Cuaresma 4 Domingo 22 de marzo
San Juan 9:1–41
El Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan
¡Gloria a ti, Cristo Señor!
Al salir, Jesús vio a su paso a un hombre que había nacido ciego. Sus discípulos le preguntaron: —Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres, o por su propio pecado?
Jesús les contestó: —Ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer. Mientras es de día, tenemos que hacer el trabajo del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo.
Después de haber dicho esto, Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y se lo untó al ciego en los ojos. Luego le dijo: —Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa: «Enviado»).
El ciego fue y se lavó, y cuando regresó ya podía ver. Los vecinos y los que antes lo habían visto pedir limosna se preguntaban: —¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?
Unos decían: —Sí, es él.
Otros decían: —No, no es él, aunque se le parece.
Pero él mismo decía: —Sí, yo soy.
Entonces le preguntaron: —¿Y cómo es que ahora puedes ver?
Él les contestó: —Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: “Ve al estanque de Siloé, y lávate.” Yo fui, y en cuanto me lavé, pude ver.
Entonces le preguntaron: —¿Dónde está ese hombre?
Y él les dijo: —No lo sé.
-El día en que Jesús hizo el lodo y devolvió la vista al ciego era sábado. Por eso llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, y ellos le preguntaron cómo era que ya podía ver. Y él les contestó: —Me puso lodo en los ojos, me lavé, y ahora veo.
Algunos fariseos dijeron: —El que hizo esto no puede ser de Dios, porque no respeta el sábado.
Pero otros decían: —¿Cómo puede hacer estas señales milagrosas, si es pecador?
De manera que hubo división entre ellos, y volvieron a preguntarle al que antes era ciego: —Puesto que te ha dado la vista, ¿qué dices de él?
Él contestó: —Yo digo que es un profeta.
Pero los judíos no quisieron creer que había sido ciego y que ahora podía ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: —¿Es éste su hijo? ¿Declaran ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?
Sus padres contestaron: —Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero no sabemos cómo es que ahora puede ver, ni tampoco sabemos quién le dio la vista. Pregúntenselo a él; ya es mayor de edad, y él mismo puede darles razón.
Sus padres dijeron esto por miedo, pues los judíos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a cualquiera que reconociera que Jesús era el Mesías. Por eso dijeron sus padres: «Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad.»
Los judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: —Dinos la verdad delante de Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
Él les contestó: —Si es pecador, no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo.
Volvieron a preguntarle: —¿Qué te hizo? ¿Qué hizo para darte la vista?
Les contestó: —Ya se lo he dicho, pero no me hacen caso. ¿Por qué quieren que se lo repita? ¿Es que también ustedes quieren seguirlo?
Entonces lo insultaron, y le dijeron: —Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Y sabemos que Dios le habló a Moisés, pero de ése no sabemos ni siquiera de dónde ha salido.
El hombre les contestó: —¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de dónde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista. Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad. Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a una persona que nació ciega. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada.
Le dijeron entonces: —Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron de la sinagoga.
Jesús oyó decir que habían expulsado al ciego; y cuando se encontró con él, le preguntó: —¿Crees tú en el Hijo del hombre?
Él le dijo: —Señor, dime quién es, para que yo crea en él.
Jesús le contestó: —Ya lo has visto: soy yo, con quien estás hablando.
Entonces el hombre se puso de rodillas delante de Jesús, y le dijo: —Creo, Señor.
Luego dijo Jesús: —Yo he venido a este mundo para hacer juicio, para que los ciegos vean y para que los que ven se vuelvan ciegos.
Algunos fariseos que estaban con él, al oír esto, le preguntaron: —¿Acaso nosotros también somos ciegos? Jesús les contestó: —Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables.
El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.
Sermón
Que interesante son nuesnuestras vividas.
Tomé dos semanas de vacaciones para venir a cuidar a mis padres y resulta que fueron ellos los que me cuidaron por dos semanas por una bronquitis aguda.
En esas dos semanas han acambiado tanto las cosas que el mundo parece distinto. Me enseñaron en mi cultura que se saluda de abrazo, apretón de manos y hasta de beso a casi todo el mundo. Vivía en una burbuja donde veía una realidad que yo quería ver. Ahora, dos semanas después, veo otra realidad. La del ser humano egoísta, traidor, mentiroso, lleno de poder y de tiranía.
En el evangelio de hoy escuchamos el relato de un ciego de nacimiento, que aunque no podía ver, percibía la vida desde su tragedia. Las gentes le ayudaban y se compadecían de él. Lo conocían y sabían de dónde venía.
Aún así, su vida era miserable y triste pues no podía ver.
El Señor Jesucristo le creó ojos nuevos y perfectos para poder ver. Entonces vio la realidad. Ya no lo conocían ni lo aceptaban, ni se compadecían de él. Pudo por fin ver la realidad humana: egoísta, ciegos de nacimiento.
Aún con todo, decidió alabar a Dios y agradecer el favor de devolverle la verdadera luz para ver esa realidad.
En esta crisis del Covid-19, vemos a la gente acaparando los productos básicos en forma egoista y hasta grosera, que deja a los más vulnerables solos y desprotegidos.
Pero nosotros, los hijos e hijas de Dios no debemos ver la vida así.
En Efesios la Palabra de Dios nos dice: "Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz. Pórtense como quienes pertenecen a la luz, pues la luz produce toda una cosecha de bondad, rectitud y verdad. Examinen siempre qué es lo que agrada al Señor"
Ahora que ya podemos ver con los ojos de Cristo les pido estas 3 cosas:
1. A la luz de Cristo, mantengamos la calma y permanezcamos en oración.
2. A la luz de Cristo, No seamos egoístas y veamos las necesidades de los más vulnerables. Y,
3. A la luz de Cristo, confiemos siempre en Dios. El es bueno y sabrá cuidar de sus hijos e hijas.
Que el Señor les bendiga, les cuide y los guíe durante este tiempo de gran necesidad.
Su hermano y pastor
Fr. Tony. +
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